La introducción del tiempo en el capitalismo. E. J. Martell.
El sistema capitalista, es un sistema económico en el que los individuos privados y las empresas de negocios llevan a cabo la producción y el intercambio de bienes y servicios mediante complejas transacciones en las que intervienen los precios y los mercados. Aunque tiene sus orígenes en la antigüedad, su desarrollo es un fenómeno europeo; fue evolucionando en distintas etapas, hasta considerarse establecido en la segunda mitad del siglo XIX[1]. Desde Europa, y en concreto desde Inglaterra, el sistema capitalista se fue extendiendo a todo el mundo, siendo el sistema socioeconómico casi exclusivo en el ámbito mundial hasta el estallido de la Primera Guerra Mundial, tras la cual se estableció un nuevo sistema socioeconómico, el comunismo, que se convirtió en el opuesto al capitalista.
El capitalismo es un sistema de ordenación económica que gestiona los recursos de una economía mediante el establecimiento de la propiedad privada y la creación de un mercado. El funcionamiento del sistema capitalista tiene su base en la corriente circular del trabajo y el capital. Los trabajadores ofrecen su capital-trabajo a los dueños de los medios de producción que lo demanda, y este paga a cambio un sueldo gracias a la venta de sus productos en el mercado de bienes[2].
Sus características son:
Sus características son:
· En primer lugar, los medios de producción —tierra y capital— son de propiedad privada. En este contexto el capital se refiere a los edificios, la maquinaria y otras herramientas utilizadas para producir bienes y servicios destinados al consumo.
· En segundo lugar, la actividad económica aparece organizada y coordinada por la interacción entre compradores y vendedores (o productores) que se produce en los mercados.
· En tercer lugar, tanto los propietarios de la tierra y el capital como los trabajadores, son libres y buscan maximizar su bienestar, por lo que intentan sacar el mayor partido posible de sus recursos y del trabajo que utilizan para producir; los consumidores pueden gastar como y cuando quieran sus ingresos para obtener la mayor satisfacción posible. Este principio, que se denomina soberanía del consumidor, refleja que, en un sistema capitalista, los productores se verán obligados, debido a la competencia, a utilizar sus recursos de forma que puedan satisfacer la demanda de los consumidores; el interés personal y la búsqueda de beneficios les lleva a seguir esta estrategia.
· En cuarto lugar, bajo el sistema capitalista el control del sector privado por parte del sector público debe ser mínimo; se considera que si existe competencia, la actividad económica se controlará a sí misma y la actividad del gobierno sólo es necesaria para gestionar la defensa nacional, hacer respetar la propiedad privada y garantizar el cumplimiento de los contratos[3].
Ahora bien La Revolución Industrial, que comenzó en Inglaterra a mediados del siglo XVIII, sentará las bases para el nacimiento del capitalismo y se ve determinada porque la industria se convirtió en la actividad económica más importante, quedando desplazados no sólo los pequeños talleres artesanales, sino también el campo[4]. Lo que define a la actividad industrial durante la primera fase fue:
· La mayoría de las fábricas estaban dedicadas a la industria textil, por lo cual los viejos sistemas de producción como el trabajo a domicilio o la actividad artesanal independiente, convivieron con las fábricas
· Las regiones del planeta se fueron especializando en una actividad económica determinada, y se estableció una división internacional del trabajo
- El desarrollo industrial europeo fue desigual: no se produjo en todos los países al mismo tiempo[5].
La industria también trajo consigo cambios importantes dentro de las estructuras sociales de antiguo régimen porque los hombres más ricos ya no eran sólo los grandes terratenientes, sino también los burgueses que se dedicaban a la actividad industrial. Este cambio también provocó el desplazamiento de los campesinos, quienes se vieron obligados a emigrar a los centros urbanos o a lugares en donde se ubicaban las fábricas en busca de trabajo[6] . Este punto me parece importante porque dentro de la estructura del capitalismo, es en este momento en donde surge por primera vez la relación de intercambio entre individuos recíprocamente iguales en donde el capitalista ofrece los medios de producción y el obrero su fuerza de trabajo.
La población urbana superó en número a los campesinos. Sin embargo, los trabajadores rurales continuaron siendo mayoría en las regiones donde no hubo industrialización. La burguesía industrial concentró el poder económico y durante esta fase se fue consolidando como clase social. El número de obreros creció al mismo tiempo que se expandió la industrialización[7].
Dentro de la vida social el tiempo adquiere otra connotación, puesto que el día deja de ser visto como la hora en que se mete y sale el sol, para dar lugar a un tiempo-producción-dinero en el que se implementa la división del día en horas de trabajo o ganancias y el tiempo desperdiciado en pérdida de ganancias, porque finalmente la plusvalía (la diferencia entre el salario pagado al obrero y la parte del valor que éste aporta al producto o el beneficio que el capitalista obtiene por la apropiación del trabajo excedente no pagado a los asalariados) es parte del valor generado por el trabajo del obrero, por la utilización de su fuerza de trabajo, que queda en poder del capitalista. Es decir que la fuerza de trabajo se convierte en una particular mercancía cuyo valor de cambio (salario) es menor que el valor que aporta al producto. Dentro de este contexto la fuerza de trabajo es la única fuente de plusvalía, la única creadora de nuevo valor, las materias primas y maquinarias utilizadas sólo transfieren su valor al nuevo producto, no lo incrementan[8]. Por lo tanto, durante la jornada de trabajo el obrero debe crear valor para cubrir su salario, y la plusvalía que corresponde al capitalista. El tiempo que tarda en crear su salario es el tiempo de trabajo necesario, en tanto que el que corresponde a la plusvalía, es el tiempo de trabajo-excedente.
Como consecuencia de este proceso se instaura una jornada laboral: el tiempo del día durante el cual el trabajador labora en una empresa o institución o el tiempo que el capitalista le compro al asalariado. La naturaleza social de la jornada de trabajo es determinada por las relaciones de producción que dominan en la sociedad. La jornada de trabajo se divide en tiempo de trabajo socialmente necesario (como se explico anteriormente donde genera su sueldo) y tiempo de trabajo adicional (donde genera plusvalía). Esta división presenta un carácter antagónico. El capitalista procura aumentar el tiempo de trabajo adicional para obtener mayor plusvalía[9]. Los términos máximos de duración de la jornada de trabajo, en el régimen capitalista, dependen de dos tipos de factores.
Como consecuencia de este proceso se instaura una jornada laboral: el tiempo del día durante el cual el trabajador labora en una empresa o institución o el tiempo que el capitalista le compro al asalariado. La naturaleza social de la jornada de trabajo es determinada por las relaciones de producción que dominan en la sociedad. La jornada de trabajo se divide en tiempo de trabajo socialmente necesario (como se explico anteriormente donde genera su sueldo) y tiempo de trabajo adicional (donde genera plusvalía). Esta división presenta un carácter antagónico. El capitalista procura aumentar el tiempo de trabajo adicional para obtener mayor plusvalía[9]. Los términos máximos de duración de la jornada de trabajo, en el régimen capitalista, dependen de dos tipos de factores.
· De los límites físicos en que puede usarse la fuerza de trabajo, pues el obrero necesita cierto tiempo para el sueño, el descanso, la comida y la satisfacción de otras necesidades físicas indispensables.
· De las exigencias de carácter social y moral; el obrero necesita tiempo para satisfacer sus necesidades espirituales y sociales, cuyo nivel y carácter dependen del estado general de la cultura en un país dado, del grado de desarrollo de la clase obrera y de la lucha clasista del proletariado[10].
El afán de obtener mayor plusvalía induce a los capitalistas a prolongar la jornada de trabajo más esta tendencia choca constantemente con la resistencia de la clase obrera que procura limitar a una magnitud normal la duración de la jornada de trabajo. De ahí que en última instancia, la duración de la jornada de trabajo se halle determinada por la correlación de fuerzas en la lucha entre los capitalistas y la clase obrera[11].
Para establecer con precisión una jornada laboral fue necesario introducir el uso del reloj, pero también la concepción de flojo y vago empieza a ser un problema en tanto el capitalismo, como sistema, se va insertando en la mentalidad de los dueños de las fábricas, porque entre mayor sea la fuerza de trabajo, mayor es la tasa de plusvalía[12].
Para concluir aunque la teoría de Weber ha sido muy rebatida creo que es importante señalar que, sino la ética protestante, si un rompimiento con las percepciones religiosas antiguas, en donde lo bueno y lo malo que le pasaba al hombre eran designios de Dios, contribuyeron a fortalecer al capitalismo puesto que a partir de su surgimiento, la riqueza es considerada una virtud individual; justificando así la existencia de la pobreza, que comenzó a verse como una consecuencia del vicio y del pecado, de la misma forma que los pequeños talleres artesanales en donde sólo se procuraba la sobrevivencia y no la acumulación, empiezan a ser mal vistos en tanto que el tiempo de trabajo que se destinaba en estos para la producción iba en contra del tiempo que el capitalismo necesitaba para su reproducción, y esos talleres artesanales, en donde crecían las familias extensas y el maestro incorporaba a sus ayudantes, como miembros más[13], se verán atacados por los dueños de los medios de producción quienes ven en ellos el lugar de la propagación del vicio y con el tiempo se verán arrasados por el capitalismo, al ser incapaces de competir con él, lo cual trajo consigo una mayor concentración de fuerza de trabajo para la reproducción del sistema capitalista.
Bibliografía
1. Betanzos, Óscar, Montalvo Enrique “La transformación mundial durante el siglo XIX” en: Historia de la cuestión agraria mexicana 1910-1920. México, Siglo XXI, 1988.
2. Cárdenas, Enrique. La era de las exportaciones latinoamericanas. De fines de siglo XIX a principios del siglo XX. México, FCE, 2003.
3. Laslett, Peter. El mundo que hemos perdido, explorado de nuevo. Trad. Néstor A. Míguez. Madrid, Alianza Editorial, 1987.
4. Marx, Carlos, El Capital, Tomo I, Vol. I,III. 3 Tomos. 26ª Ed. México, Siglo XXI, 2005. 5. Thompson, E. P. Tradición, revuelta y conciencia de clase. Barcelona, Crítica, 1989. 7. Weber, Max. La ética protestante y el espíritu del capitalismo. 5ª. Ed. México, Colofón, 2001.
[1] Weber, Max. La ética protestante y el espíritu del capitalismo. 5ª. Ed. México, Colofón, 2001. Pp. 12-17. Weber marca que aunque el capitalismo surgió siglos atrás, hay un capitalismo que es exclusivo de Europa basado sobre “…la organización racional-capitalista del trabajo formalmente libre...”
[2] Cárdenas, Enrique. La era de las exportaciones latinoamericanas. De fines de siglo XIX a principios del siglo XX. México, FCE, 2003. Pp. 9-53.
[3] Ídem.
[4] “…La moderna organización racional del capitalismo europeo no hubiera sido posible sin la intervención de dos elementos determinantes de su evolución: la separación de la economía doméstica y la industria…” Weber, Op. Cit., p. 17. Hobsbawn al respecto marca que esta transición trajo consigo un complejo grupo, las clases intermedias, de las cuales una parte se convertirán en proletariado (artisans, mechanics, sans-culotterie ingleses).
[5] En el siglo XIX, algunas regiones —América del Sur, América Central, Asia y África— se especializaron como productoras de materias primas; y otras —Inglaterra y Francia— se especializaron como productoras de manufacturas (Cárdenas, Enrique. La era de las exportaciones latinoamericanas. De fines de siglo XIX a principios del siglo XX. México, FCE, 2003. Pp. 9-53).
[6] Marx explica el proceso en que la agricultura deja de ser el modo de producción más importante y por lo tanto los campesinos son obligados a dejar las tierras, ya sea o porque los dueños las venden o porque se replantean un cambio productivo en las mismas, de la siguiente forma …la naciente clase capitalista, y sobre todo los momentos en que grandes masas de hombres se ven despejadas repentina y violentamente de sus medios de producción para ser lanzadas al mercado de trabajo como proletarios libres, y privados de todo medio de vida… (Marx, Carlos, “Acumulación originaria”, en El Capital, Tomo I, Vol. III. 3 Tomos. 26ª Ed. México, Siglo XXI, 2005; p. 609)
[7] Betanzos, Óscar, Montalvo Enrique “La transformación mundial durante el siglo XIX” en: Historia de la cuestión agraria mexicana 1910-1920. México, Siglo XXI, 1988. Pp. 7-36.
[8] Marx, Op. Cit., pp. 215-241.
[9] Thompson nos dice que en los primeros momentos del capitalismo los dueños de las empresas tendían a adelantar o a atrasar el reloj según les conviniera.
[10] Marx, Op. Cit., pp. 277-359.
[11] En este punto Hobsbawm define tres etapas de los movimientos obreros: la primera la marca antes de 1840 la cual estará determinada por la asimilación del cambio de una economía preindustrial a una industrial, en la cual son visibles levantamientos obreros; la segunda la enmarca entre 1840 y 1880, en donde se da la asimilación y la transformación de la vida material y pone como ejemplo al fútbol como nueva forma de ocio, renunciando a la manera tradicional y rural de pasar los días feriados; la tercera etapa la marca después de 1880 y la define como una asimilación de la permanencia, en donde el obrero empieza moverse dentro de las reglas del juego del capitalismo industrial.
[12] Thompson dice al respecto que antes de este proceso la gente sólo trabajaba un cierto número de horas semanales y que las demás (en particular los hombres) se la pasaban descansando es decir que sólo se preocupaban por tener para comer y emborracharse , incluso refiere el San Lunes para ilustrar su modo de vida, pero con el capitalismo los dueños de las industrias fueron insertando una nueva forma de vida, en donde la vagancia estaba penada y era mal vista socialmente, porque no les convenía tener a las fábricas paradas. (Thompson, E. P. Tradición, revuelta y conciencia de clase. Barcelona, Crítica, 1989; pp. 292) Al respecto Marx señala que en Inglaterra en 1752 fueron tomadas estas medidas por la Reina Isabel: …Los mendigos sin licencia y mayores de catorce años serán azotados sin misericordia y marcados con un hierro candente en la oreja izquierda, en caso de que nadie quiera tomarlos dos años a su servicio. En caso de reincidencia, siempre que sean mayores de dieciocho años y nadie quiera tomarlos a su servicio será serán ahorcados… y Jacobo primero tomo estas medidas …Todo el que no tenga empleo fijo y se dedique a mendigar es declarado vagabundo… quedando los jueces autorizados para azotarlos en público y recluirlos en las cárceles (Marx, Op. Cit., pp.626-627).
[13] Laslett, Peter. El mundo que hemos perdido, explorado de nuevo. Trad. Néstor A. Míguez. Madrid, Alianza Editorial, 1987.